En esta ocasión y en base a la audiencia pública llevada a cabo el día martes, queremos acercarles la siguiente nota, en la cual se explica la importancia de los humedales, su conservación y el riesgo que se corre con los distintos emprendimientos inmobiliarios que destruyen este tan preciado ecosistema.
Patricia Kandus
Para qué sirve un humedal
En el tema de humedales no hay una larga trayectoria de saberes. El mundo estaba acostumbrado a pensar en ecosistemas terrestres o acuáticos, y hace aproximadamente dos décadas, se empieza a hablar de los humedales, que son esas tierras que siempre se consideraron marginales, fangosas, a las que no se puede entrar con lancha ni transitar con camiones», explica Patricia Kandus, doctora en Ciencias Biológicas y reconocida especialista en humedales. Aún hoy, en algunos ámbitos y en no pocos países, sigue vigente esa idea: que es necesario «modificar la condición de los humedales, convirtiéndolos en sistemas terrestres o en acuáticos».
¿De qué manera se lleva a cabo esa transformación?
Se puede usar tecnología para convertir el humedal en un sistema terrestre: canales de drenaje, terraplenes, pólderes o diques. La otra posibilidad es llevarlo a un ecosistema acuático: lo transformo en un lago o laguna. En ambos casos, se pierde la condición de humedal. Cualquier ecosistema tiene ciertas funciones que permiten ofrecer múltiples bienes y servicios a la sociedad, pero cuando se suprime el humedal, aquéllos se pierden.
¿Cuáles son esos servicios?
Los humedales cumplen, por ejemplo, un rol de regulación de las crecientes y de amortiguación de la velocidad del agua. Si el agua va encajonada por un río, viene con cierta velocidad, pero cuando desborda, pierde energía cinética, pierde energía erosiva, deposita sedimentos, esos sedimentos traen nutrientes que necesitan las plantas. También es importante la vegetación que está sobre las islas, sobre todo la vegetación herbácea. En general, la gente ve un bosque y dice qué lindo, pero cuando ve un pajonal le parece horrible. Pero los pajonales tienen el rol de absorber nutrientes y de filtrar sustancias tóxicas, y son reguladores de inundaciones y de sedimentos. Los pajonales del Delta tienen una altísima capacidad de fijar carbono, que queda almacenado en el suelo. Si vos secás el suelo, ese carbono se pierde y se emite a la atmósfera como dióxido de carbono.
¿Cuál es la situación actual de los humedales en el mundo?
Históricamente, los países fueron perdiendo la mayor parte de sus humedales; hay estados de Estados Unidos que perdieron el 90% de sus humedales. Sin embargo, con el tiempo se fue reconociendo el verdadero valor de estos ecosistemas. Y hoy EE.UU. y Europa invierten millones de dólares en restaurarlos. ¿Por qué? Porque ningún ecosistema terrestre tiene la capacidad de filtrar agua, por ejemplo. Hay toda una línea de investigación dedicada a la valoración económica de los ecosistemas. Lo que ocurre con los humedales es que los beneficios que ofrecen a la sociedad se ven a largo plazo o son aprovechados por sectores sociales que no pertenecen al núcleo de poder. Por ejemplo, la gente marginal que aumenta el contenido proteico de sus comidas porque caza carpinchos o nutrias. Vivir en un lugar como el Delta tiene sus costos y sus beneficios: la tierra es barata o nadie me dice nada si pongo mi casilla, a lo mejor corto juncos y los vendo por unos pesos, pero eso no me alcanza para vivir. Entonces cazo nutrias, carpinchos, pesco... Eso, en la economía, en los grandes números, no se ve, en cambio, si aumentás la superficie agrícola, se nota en el producto bruto interno. Además, suele existir una mirada peyorativa sobre los modos de producción alternativos que se desarrollan en estas áreas.
¿Hay conciencia en nuestro país sobre el valor de los humedales?
Muy poca. En general, en los países del tercer mundo, hasta hace muy pocos años, la mayor parte de los humedales estaban en un buen estado de conservación, quizá más por omisión que por decisión. Nuestro problema no es restaurar sino conservar, usar de buena forma, de forma sustentable, usar el humedal como tal y no como sistema terrestre.
No es lo que ocurre con los barrios que se construyen en zonas inundables...
Cuando el área de valle de inundación, por ejemplo, del río Luján, se eleva para hacer barrios privados, ¿a quién inunda? Al de al lado, seguro a quienes tienen menos recursos. La zona de Escobar, el dique de Luján, es una zona muy baja; era la antigua costa del mar. Ahí están haciendo barrios privados. Esa superficie hacía que se filtraran parte de los contaminantes. Hoy, con los barrios privados, el río parece una cañería que inunda al desprotegido.
¿Es un problema social más que ecológico?
Es muy difícil saber dónde está el límite de lo que uno puede pensar como técnico y lo que puede pensar desde su compromiso social. En una cuenca de la magnitud de la del Paraná, las evaluaciones del impacto ambiental de un emprendimiento como Colony Park pierden significado si no se piensan en el contexto de un ordenamiento territorial. El tema es: ¿cuál es el modelo de desarrollo? ¿Cuál es el plan de ordenamiento territorial? Creo que aun lo hay y esto es aprovechado por oportunistas que hacen negocio o especulan con el desconocimiento de la sociedad y sus autoridades. No se pueden pensar estas actividades fuera de un ordenamiento territorial, fuera de una planificación regional bajo un modelo inclusivo, donde tiene que participar la sociedad en su conjunto.
Estos emprendimientos suelen recurrir a un discurso «ecologista»: se habla del verde, de la vida al aire libre...
La palabra ecológico ha sido muy bastardeada. Un ejemplo: la contaminación que viene por el Reconquista o desde el polo industrial de Rosario. Ninguna de las ciudades que derrama sobre el Paraná tiene tratamiento de efluentes, todo se derrama al río, desde las cloacas hasta las industrias. Los metales pesados se depositan en el fondo. Cuando dragan y tiran el barro para rellenar estos emprendimientos, rellenan muchas veces con el barro del fondo. Sería interesante analizar la composición de esos barros y a lo mejor encontraríamos una buena parte de la tabla periódica. Sería cuestión de hacer evaluaciones de bienes y servicios ambientales que se ganan y se pierden, y además, quién gana y quién pierde con estas obras.
¿De qué manera se lleva a cabo esa transformación?
Se puede usar tecnología para convertir el humedal en un sistema terrestre: canales de drenaje, terraplenes, pólderes o diques. La otra posibilidad es llevarlo a un ecosistema acuático: lo transformo en un lago o laguna. En ambos casos, se pierde la condición de humedal. Cualquier ecosistema tiene ciertas funciones que permiten ofrecer múltiples bienes y servicios a la sociedad, pero cuando se suprime el humedal, aquéllos se pierden.
¿Cuáles son esos servicios?
Los humedales cumplen, por ejemplo, un rol de regulación de las crecientes y de amortiguación de la velocidad del agua. Si el agua va encajonada por un río, viene con cierta velocidad, pero cuando desborda, pierde energía cinética, pierde energía erosiva, deposita sedimentos, esos sedimentos traen nutrientes que necesitan las plantas. También es importante la vegetación que está sobre las islas, sobre todo la vegetación herbácea. En general, la gente ve un bosque y dice qué lindo, pero cuando ve un pajonal le parece horrible. Pero los pajonales tienen el rol de absorber nutrientes y de filtrar sustancias tóxicas, y son reguladores de inundaciones y de sedimentos. Los pajonales del Delta tienen una altísima capacidad de fijar carbono, que queda almacenado en el suelo. Si vos secás el suelo, ese carbono se pierde y se emite a la atmósfera como dióxido de carbono.
¿Cuál es la situación actual de los humedales en el mundo?
Históricamente, los países fueron perdiendo la mayor parte de sus humedales; hay estados de Estados Unidos que perdieron el 90% de sus humedales. Sin embargo, con el tiempo se fue reconociendo el verdadero valor de estos ecosistemas. Y hoy EE.UU. y Europa invierten millones de dólares en restaurarlos. ¿Por qué? Porque ningún ecosistema terrestre tiene la capacidad de filtrar agua, por ejemplo. Hay toda una línea de investigación dedicada a la valoración económica de los ecosistemas. Lo que ocurre con los humedales es que los beneficios que ofrecen a la sociedad se ven a largo plazo o son aprovechados por sectores sociales que no pertenecen al núcleo de poder. Por ejemplo, la gente marginal que aumenta el contenido proteico de sus comidas porque caza carpinchos o nutrias. Vivir en un lugar como el Delta tiene sus costos y sus beneficios: la tierra es barata o nadie me dice nada si pongo mi casilla, a lo mejor corto juncos y los vendo por unos pesos, pero eso no me alcanza para vivir. Entonces cazo nutrias, carpinchos, pesco... Eso, en la economía, en los grandes números, no se ve, en cambio, si aumentás la superficie agrícola, se nota en el producto bruto interno. Además, suele existir una mirada peyorativa sobre los modos de producción alternativos que se desarrollan en estas áreas.
¿Hay conciencia en nuestro país sobre el valor de los humedales?
Muy poca. En general, en los países del tercer mundo, hasta hace muy pocos años, la mayor parte de los humedales estaban en un buen estado de conservación, quizá más por omisión que por decisión. Nuestro problema no es restaurar sino conservar, usar de buena forma, de forma sustentable, usar el humedal como tal y no como sistema terrestre.
No es lo que ocurre con los barrios que se construyen en zonas inundables...
Cuando el área de valle de inundación, por ejemplo, del río Luján, se eleva para hacer barrios privados, ¿a quién inunda? Al de al lado, seguro a quienes tienen menos recursos. La zona de Escobar, el dique de Luján, es una zona muy baja; era la antigua costa del mar. Ahí están haciendo barrios privados. Esa superficie hacía que se filtraran parte de los contaminantes. Hoy, con los barrios privados, el río parece una cañería que inunda al desprotegido.
¿Es un problema social más que ecológico?
Es muy difícil saber dónde está el límite de lo que uno puede pensar como técnico y lo que puede pensar desde su compromiso social. En una cuenca de la magnitud de la del Paraná, las evaluaciones del impacto ambiental de un emprendimiento como Colony Park pierden significado si no se piensan en el contexto de un ordenamiento territorial. El tema es: ¿cuál es el modelo de desarrollo? ¿Cuál es el plan de ordenamiento territorial? Creo que aun lo hay y esto es aprovechado por oportunistas que hacen negocio o especulan con el desconocimiento de la sociedad y sus autoridades. No se pueden pensar estas actividades fuera de un ordenamiento territorial, fuera de una planificación regional bajo un modelo inclusivo, donde tiene que participar la sociedad en su conjunto.
Estos emprendimientos suelen recurrir a un discurso «ecologista»: se habla del verde, de la vida al aire libre...
La palabra ecológico ha sido muy bastardeada. Un ejemplo: la contaminación que viene por el Reconquista o desde el polo industrial de Rosario. Ninguna de las ciudades que derrama sobre el Paraná tiene tratamiento de efluentes, todo se derrama al río, desde las cloacas hasta las industrias. Los metales pesados se depositan en el fondo. Cuando dragan y tiran el barro para rellenar estos emprendimientos, rellenan muchas veces con el barro del fondo. Sería interesante analizar la composición de esos barros y a lo mejor encontraríamos una buena parte de la tabla periódica. Sería cuestión de hacer evaluaciones de bienes y servicios ambientales que se ganan y se pierden, y además, quién gana y quién pierde con estas obras.
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